Cuarzo rosa combinado con amatista, corazones de hematites y plata

El cuarzo rosa es una piedra que aporta paz, amor y amistad. Acompaña a las personas en estado de shock y promueve una rápida curación, ya sea física o moral. Conocida por sus propiedades calmantes, la piedra cuarzo rosa puede colocarse en un salón, pero también en un dormitorio. El amor y la calma se reunirán y las tensiones, si las hubiera, deberían disminuir y desaparecer. Si el cuarzo rosa se acompaña de una turmalina negra y se coloca en un dormitorio, por ejemplo, las virtudes se multiplicarán por diez y serán complementarias, ya que aportarán calma y calidad de sueño. Las pesadillas deberían desaparecer.            La piedra cuarzo rosa  aporta seguridad, confort y ternura a su portador. Ideal para los niños, esta piedra proporciona una energía suave y maternal. Si su hijo tiene problemas para dormir porque está demasiado agitado, puede colocar una piedra de cuarzo rosa en su habitación, debajo de su almohada o de su mesilla de noche para ayudarle a encontrar la calma y la serenidad. Gracias a sus vibraciones, el cuarzo rosa ayuda a reducir el estrés, la ansiedad y todos los sentimientos negativos que perturban la mente.             Si tiene el corazón roto o sufre ataques de ansiedad, esta piedra también puede ayudarle a superarlos gracias a su energía reconfortante. Te ayuda a recuperar el control de tus emociones y de tu vida. La piedra del amor por excelencia, comienza por promover la autoestima. Es una piedra íntimamente ligada al amor. A menudo se dice que potencia cualidades como la ternura, el afecto, la benevolencia, la tolerancia y la escucha atenta.                 La amatista es una piedra maestra, un cristal altamente poderoso y protector. Es una piedra para el sexto y séptimo chacra. Es la piedra de la paz; cuando las tensiones de la vida cotidiana desbordan en tu interior, tan solo tienes que sostener una piedra de amatista en tu mano derecha si eres zurdo o en la izquierda si eres diestro, para que su energía tranquilizadora inunde tu cuerpo. Calma los miedos, eleva las esperanzas, levanta el espíritu. Ayuda a superar adicciones, sobre todo de alcoholismo. Nos da coraje y nos ayuda en situaciones de peligro, sobre todo a los viajeros. Es una piedra de amor puro e incondicional, es bueno que los amantes se las intercambien para fortalecer su compromiso. Sirve para aquellos hombres que quieren traer una mujer u otro hombre a su vida.           A nivel familiar depura, aclara y armoniza la energía del hogar. Sólo se debe poner una pieza de amatista en algún lugar que todos los miembros de la familia la puedan ver. Protege contra las desavenencias matrimoniales y, colocando una amatista en la entrada de casa, nos protege de intrusiones ajenas, ya sean personas, energías negativas o enfermedades. Ayuda a que se haga justicia en los juicios.              Cuando el cuarzo presenta un color violeta más oscuro tiene un efecto en la parte física del cuerpo, sin embargo, cuando el cristal es más claro tiene un efecto más energético o emocional.         Es ideal para calmar el corazón de pérdidas de seres queridos, e incluso del sufrimiento de una enfermedad grave o crónica. Nos ayudará a comprender la vida con otros ojos y a realizar el duelo con menor sufrimiento. Solo hace falta sostenerla muy fuerte con la mano cuando pensemos en la otra persona. Con el tiempo nos desaparecerá, señal que ya ha ejercido su función. Es ideal para la angustia.       Si la amatista se rompe, es porque nos ha evitado una enfermedad, un accidente, envidias o deseos de daño. Si eso llega a suceder, no os preocupéis, enterrad la piedra en el bosque más cercano, y prestad atención porque una nueva amatista estará preparada para vosotros.         Colocada bajo la almohada o usada en el momento de ir a dormir, la amatista aleja el insomnio y las pesadillas, produciendo sueños placenteros, agradables, curativos y hasta proféticos. Las drusas son ideales para limpiar el entorno y para ayudarnos en nuestros sueños.          Es la piedra más indicada para la meditación. Se coloca frente a nosotros o en altares destinados a esta práctica. Para meditar podemos encender una vela blanca, poner una pieza de amatista delante, y encender algún incienso o palo santo. Nuestros abuelos utilizaron esta piedra contra la embriaguez. Su nombre viene de la palabra griega amesthustos, que significa “no borracho”.